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Ser FELIZ no significa que todo sea perfecto, a veces la MEJOR opción es la que duele; debemos sentir la ausencia para valorar la presencia. No busques el momento perfecto, sólo busca el momento y HAZLO PERFECTO. Hay días grises, pero a la final SIEMPRE saldrá el sol. Recuerda... sólo vuelve lo que realmente VALE LA PENA, lo que no, simplemente se aleja. EXÍGETE mucho a ti mismo y espera poco de los demás.

10 feb 2011

Noche de caza


Camel era una chica sexy, de esas mujeres que seducen con un pestañeo. Tenía el pelo tan negro como el azabache y sus ojos, sus dulces ojos, eran de un tenue color carmesí. Le encantaba el rojo, su ropa de trabajo era toda de éste color: su corpiño era de un tono escarlata, sus medias eran casi sanguinolentas; todo contrastaba con su blanca tez y labios encarnados.
Para aquellos días, su jornada de trabajo comenzaba a las 9 de la noche y terminaba cerca de las tres de la madrugada, en un sitio llamado Lupus Club en Queens. En aquel lugar era una diosa: sueño de muchos, realidad de pocos. Entre los clientes de aquel sitio, se encontraba Anthony Wolfman, un ejecutivo de la gran manzana. Él visitaba frecuentemente el club, o más bien a Camel. Le fascinaba observarla, deleitarse con sus torneadas piernas y maravilloso derrier. Cuando estaba próximo a ella, sentía, quizás, más desenfreno que un animal en celo. Nunca había estado con ella, hasta la madrugada del 30 de abril.
Esa noche, estaba regia, más cautivadora, y Wolfman, excitado, impaciente y ansioso. Había hablado con el encargado días antes para hacer la reservación de la chica, exactamente desde las 11:00 hasta la media noche. El costo que debía pagar era alto, pero para ella lo valía. Daría hasta su vida por un momento de éxtasis. Cuando llegó la hora, Camel lo llamó con el dedo índice y él se levantó de un salto. Lo guió desde el hall de entrada hasta una pequeña habitación en el segundo piso. Todo parecía de ensueño: las paredes eran color crema, la cama tenía un cubrelecho rojo y en toda la estancia, en lugares estratégicos, habían puesto velas igualmente rojas.
Comenzaron entonces, intercambiando miradas, parecía enamorados; ella le regaló una sonrisa solidaria, sintiéndose orgullosa de ser hembra, pero más que nada de despertar en él tanto deseo. Empezó a quitarle la ropa descubriendo todo su cuerpo. Estaba perplejo y casi no podía percatarse de lo que ella le hacía. Poco después reaccionó y fue entonces cuando la levantó con fuerza y acostó en la cama. Sus manos la acariciaron toda y se fue sumiendo en sus deseos locos de poseerla por completo. Lentamente su cuerpo ardiente buscó el éxtasis de un climax. Era cerca de la media noche y Anthony comenzó a sentirse extraño: más acometedor, más resuelto a extraer de ella el último aliento. Media noche. Camel, comienza a sentirse atrapada y sumergida en medio, de lo que en otras ocasiones, fue su juego. Sintiéndose el más vigoroso de su sexo, la tomó por su cuello y tal vez, inconscientemente, en medio de su delirio sexual, le robó, esta vez su última exhalación.
12:15 am. El lobo, cumplió su sueño, se apoderó del aroma a sudor y sexo de Camel, su caperuza, en una noche de caza.




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