Debe:
Frecuentemente, se produce en él una “sordera” Se enamora de sus dichos y es incapaz de escuchar lo que los demás “pretenden decir”. Eso hace que siga su línea de pensamiento y que no permita que esta se desvíe. Sin embargo, de las palabras de su interlocutor, de su tono, podrá extraer determinadas conclusiones, que servirán para asentar su intervención.Escuchar parece una actividad silenciosa, pero es sumamente activa. Exige de quien la practica un dominio de sus impulsos ( para no interrumpir) y un dominio de su mente(para interesarse por lo que le están diciendo).Nadie “sabrá decir” si no tiene en cuenta los pensamientos, los conceptos de la persona a quien se dirige.
Para que una conversación pueda llevarse a cabo con éxito, se necesita paciencia. No siempre puede ser uno quien tenga la palabra. Hay que esperar turno. Y el esperar no se limita solo a eso, sino que hay que activar la mente para que vaya procesando lo que está escuchando.
Ser sensible a los sentimientos de los otros
No todas las personas reaccionan de la misma manera. Ante una misma situación, hay quienes se inclinan por la discusión, quienes lo hacen por las preguntas, quienes prefieren el silencio.Si quien habla tiene en cuenta las diferentes reacciones, se adaptará a ellas y tomará las precauciones necesarias. Logrará, entonces, una comunicación más efectiva.En general, el hablante sabe a quien destina su mensaje. El interlocutor puede estar presente, puede estar ausente(los medios de comunicación ayudan a esto) Pero sea una u otra la forma, el hablante sabe qué se espera de él.
Las palabras expresan ideas. Pero, dependerá del tono cómo se digan para que expresen conceptos negativos o positivos. El hablante debe tener conciencia de ello. Tendrá que saber cuándo la forma en que se expresa, el tono que utiliza puede herir o, al contrario, gratificar a alguien.
No todas las circunstancias son propicias para tratar determinado tema. Hay que calibrar el momento, la receptividad del escucha, su posibilidad para recibir determinados comentarios, determinadas noticias.Una buena noticia, dada en un mal momento, no se goza. Una mala noticia, dada en un mal momento, puede acarrear resultados inesperados.En cierta forma, el receptor envía ciertas señales al hablante. A él le toca interpretarlas.
No es fácil hacerlo, pero sí, necesario. En algunos casos, se puede herir -y mucho- a quien está escuchando.Hay que ser capaz de captar que se ha provocado una situación incómoda, capaz también de revertirla. Las disculpas son siempre bien recibidas.
tomado de: http://www.todo.com.uy
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